"El país de las últimas
cosas" o la enfermedad terminal de la modernidad
El País de las últimas cosas
(Paul Auster) FRAGMENTO TEXTUAL..( un libro ..que recomiendo!!!!!)

"Estas son las últimas cosas. Desaparecen una a una y no vuelven nunca más."
Ahora su obsesión principal consiste en decidir qué haremos una vez
que hayamos salido de la ciudad. Casi cada mañana sale con un nuevo plan, cada
uno más absurdo que el anterior. El más reciente es el colmo, pero creo que en
el fondo, es en el que tiene más fe. Pretende que entre los cuatro creemos un
espectáculo de magia y que recorramos el campo interpretándolo a cambio de
comida y alojamiento. Por supuesto, él será el mago, vestido con traje de
etiqueta y chistera de seda; Sam será el pregonero; Victoria, la
administradora; yo, la ayudante que se pavonea con un breve vestido de
lentejuelas. Mi función consistirá en pasarle los instrumentos al maestro, y
para el gran final, me meteré en una caja de madera y seré serrada en dos.
Entonces seguirá una larga y emocionante pausa, y justo cuando se hayan perdido
todas las esperanzas, saldré de la caja, en actitud triunfante, soplando besos
a la multitud con una sonrisa esplendorosa y artificial. Teniendo en cuenta el
futuro que nos espera, es agradable tener estos sueños ridículos. Ya parece
que el deshielo es inminente e incluso es probable que salgamos mañana por la
mañana. Eso es lo que convinimos antes de irnos a la cama: si el cielo parece
prometedor, nos iremos sin más discusiones. Ahora es de noche y el viento sopla
a través de las grietas de la casa. Todos los demás están dormidos y yo estoy
sentada abajo, en la cocina, tratando de imaginar lo que nos espera en el
futuro. No puedo imaginarlo, no puedo ni siquiera comenzar a pensar en lo que
sucederá allí afuera. Todo es posible, y eso es prácticamente lo mismo que
nada, casi como nacer en un mundo que nunca ha existido. Tal vez cuando
salgamos de la ciudad, encontremos a William, pero intento no hacerme
demasiadas ilusiones. Ahora todo lo que pido es tener la oportunidad de vivir
un día más.
Ésta es Anna Blume, tu vieja amiga, desde otro mundo. Una vez que
lleguemos a nuestro destino, intentaré volver a escribirte, te lo prometo.
RESEÑA:
No es una novela de
ciencia-ficción, aunque haya sido considerada así y tenga algún punto de
contacto con esta modalidad. Si bien se puede suponer que transcurre en el
futuro, nada indica que el resto del mundo donde se sitúa el país de las
últimas cosas sea distinto del nuestro. Simplemente, es la versión degradada
del mundo actual y funciona como un temible augurio de lo que podría sucederle
(sucedernos). No sólo no hay seres extraterrestres (aunque este no es un
componente imprescindible de la novela de ciencia-ficción), sino que no son
necesarios porque el ser humano se ha vuelto la peor amenaza para sí mismo y
está consumando la destrucción de su propia civilización: “La ciudad parece
estar consumiéndose poco a poco, pero sin descanso, a pesar de que sigue aquí”
(33). No hay enemigos exteriores porque el hombre es su propio enemigo. Es la
propia dinámica interna del sistema la que lo lleva a su degradación.
El país de las últimas cosas es la pesadilla y el castigo de la
sociedad de consumo. Nada peor para la ahíta población del Primer Mundo que
verse condenada a vivir como en el Tercer Mundo (aunque este ahora, con la
desaparición del sistema comunista, haya “mejorado” su posición en el ranking y
ascendido al segundo lugar). La sociedad de consumo no podía tener otro
infierno que el del no consumo. Un infierno moderno, terrenal y carente de toda
finalidad y trascendencia. Un infierno moderno que, coherentemente, hallará su
expresión en una forma igualmente moderna (y postmoderna): no en una grandiosa
epopeya trasmundana como la de Dante, sino en la mucho más modesta y
antiheroica epístola-novela de una simple muchacha que, quizás, ni siquiera
haya logrado retornar.
Ni valores, ni ideales, ni afectos. Los habitantes del país de
las últimas cosas son como sombras sin identidad ni perspectivas a largo plazo.
Tampoco tienen futuro, porque
Al final de la novela no sabemos si el personaje logró
retornar. Pero sí hemos recibido su mensaje y en eso radica su costosa victoria
(la dignidad siempre es costosa, por eso no es bienvenida en la sociedad de
consumo, que la considera gasto; así nos va). Al convertirse en narradora, Anna
restableció la unidad que había ido a buscar entre vivencia (personaje) y conciencia
(narrador). El texto es su hijo. Y es también la demostración más acabada de la
indómita condición del ser humano. Porque en el país de las últimas cosas, Anna
fue capaz de decir la última palabra.
...Que lo disfruten o lo sufran.. .. leer o releer elección reelección literatura-ficción..** no menos ficción que un pais en época de elecciones?? LIBRES TODOS
3 comentarios:
en que país es?... aún se vota?... creo haber escuchado el nombre de este tipo... gracias!
en el país del nunca nadie nada...
Por eso insisto en volver a la Monarquía a la vieja usanza Medieval.La democracia es hija de la Revolución francesa y de la burguesía resentida.Nuevos ricos que no podían llegar a ser nobles aunque tuvieran muchas más posesiones que estos.Y crearon un monstruo.....
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