sábado, 28 de agosto de 2010

prefacio...RETRATO DE DORIAN GRAY... Oscal Wilde


Prefacio



El artista es creador de belleza.

Revelar el arte y ocultar al artista es la meta del arte.

El crítico es quien puede traducir de manera distinta o con nuevos materiales su impresión de la

belleza. La forma más elevada de la crítica, y también la más rastrera, es una modalidad de

autobiografía.

Quienes descubren significados ruines en cosas hermosas están corrompidos sin ser elegantes, lo que

es un defecto. Quienes encuentran significados bellos en cosas hermosas son espíritus cultivados. Para

ellos hay esperanza.

Son los elegidos, y en su caso las cosas hermosas sólo significan belleza.

No existen libros morales o inmorales.

Los libros están bien o mal escritos. Eso es todo.

La aversión del siglo por el realismo es la rabia de Calibán al verse la cara en el espejo.

La aversión del siglo por el romanticismo es la rabia de Calibán al no verse la cara en un espejo.

La vida moral del hombre forma parte de los temas del artista, pero la moralidad del arte consiste en

hacer un uso perfecto de un medio imperfecto. Ningún artista desea probar nada. Incluso las cosas que

son verdad se pueden probar.

El artista no tiene preferencias morales. Una preferencia moral en un artista es un imperdonable

amaneramiento de estilo.

Ningún artista es morboso. El artista está capacitado para expresarlo todo.

Pensamiento y lenguaje son, para el artista, los instrumentos de su arte.

El vicio y la virtud son los materiales del artista. Desde el punto de vista de la forma, el modelo de

todas las artes es el arte del músico. Desde el punto de vista del sentimiento, el modelo es el talento del

actor.

Todo arte es a la vez superficie y símbolo.

Quienes profundizan, sin contentarse con la superficie, se exponen a las consecuencias.

Quienes penetran en el símbolo se exponen a las consecuencias.

Lo que en realidad refleja el arte es al espectador y no la vida.

La diversidad de opiniones sobre una obra de arte muestra que esa obra es nueva, compleja y que está

viva. Cuando los críticos disienten, el artista está de acuerdo consigo mismo.

A un hombre le podemos perdonar que haga algo útil siempre que no lo admire. La única excusa para

hacer una cosa inútil es admirarla infinitamente.

Todo arte es completamente inútil.

OSCAR WILDE

viernes, 20 de agosto de 2010

CARTA ABIERTA DE RODOLFO WALSH..A.....( )

                                                                                 ( Pensada esta amanecida edición por Plopli )

CARTA ABIERTA DE RODOLFO WALSH

A LA JUNTA MILITAR



1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.

El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.

El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.

Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese "ser nacional" que ustedes invocan tan a menudo.

Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivtas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.

2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror.

Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio.1

Más de siete mil recursos de hábeas corpus han sido contestados negativamente este último año. En otros miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo después que los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su turno secuestrados.

De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda un ley que fue respetada aún en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.

La falta de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límite en los métodos, retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de que no dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales reaparecen en los testimonios junto con la picana y el "submarino", el soplete de las actualizaciones contemporáneas.2

Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.

3. La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y horas de la madrugada con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga.

Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias o se amontonan de a diez en vehículos que se incendian son los estereotipos de un libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la reacción internacional ante ejecuciones en regla mientras en lo interno se subraya el carácter de represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata a las acciones guerrilleras.

Setenta fusilados tras la bomba en Seguridad Federal, 55 en respuesta a la voladura del Departamento de Policía de La Plata, 30 por el atentado en el Ministerio de Defensa, 40 en la Masacre del Año Nuevo que siguió a la muerte del coronel Castellanos, 19 tras la explosión que destruyó la comisaría de Ciudadela forman parte de 1.200 ejecuciones en 300 supuestos combates donde el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a su mando no tuvieron muertos.

Depositarios de una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia,incapaces de influir en la política que dicta los hechos por los cuales son represaliados, muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de "cuenta-cadáveres" que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam.

El remate de guerrilleros heridos o capturados en combates reales es asimismo una evidencia que surge de los comunicados militares que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos y sólo 10 ó 15 heridos, proporción desconocida en los más encarnizados conflictos. Esta impresión es confirmada por un muestreo periodístico de circulación clandestina que revela que entre el 18 de diciembre de 1976 y el 3 de febrero de 1977, en 40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y la guerrilla 63 muertos.3

Más de cien procesados han sido igualmente abatidos en tentativas de fuga cuyo relato oficial tampoco está destinado a que alguien lo crea sino a prevenir a la guerrilla y Ios partidos de que aún los presos reconocidos son la reserva estratégica de las represalias de que disponen los Comandantes de Cuerpo según la marcha de los combates, la conveniencia didáctica o el humor del momento.

Así ha ganado sus laureles el general Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes del 24 de marzo con el asesinato de Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba, después con la muerte de Hugo Vaca Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas aplicaciones de la ley de fuga ejecutadas sin piedad y narradas sin pudor.4

El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de 1975, fusilado el 6 de enero de 1977 con otros siete prisioneros en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército que manda el general Suárez Masson, revela que estos episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados sino la política misma que ustedes planifican en sus estados mayores, discuten en sus reuniones de gabinete, imponen como comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como miembros de la Junta de Gobierno.

4. Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas.5

Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas, pequeña parte quizás del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados en el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años, Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, "con lastimaduras en la región anal y fracturas visibles" según su autopsia.

Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba en el Lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron la denuncia y escribió a los diarios que no la publicaron.6

Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el 4 de julio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que apilaron 30 muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora.

En esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas herederas de las 3 A de López Rega, capaces dc atravesar la mayor guarnición del país en camiones militares, de alfombrar de muertos el Río de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la Primera Brigada Aérea 7, sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera o el brigadier Agosti. Las 3 A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre "violencias de distintos signos" ni el árbitro justo entre "dos terrorismos", sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte.8

La misma continuidad histórica liga el asesinato del general Carlos Prats, durante el anterior gobierno, con el secuestro y muerte del general Juan José Torres, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruíz y decenas de asilados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de procesos democráticos en Chile, Boliva y Uruguay.9

La segura participación en esos crímenes del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal, conducido por oficiales becados de la CIA a través de la AID, como los comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor, sometidos ellos mismos a la autoridad de Mr. Gardener Hathaway, Station Chief de la CIA en Argentina, es semillero de futuras revelaciones como las que hoy sacuden a la comunidad internacional que no han de agotarse siquiera cuando se esclarezcan el papel de esa agencia y de altos jefes del Ejército, encabezados por el general Menéndez, en la creación de la Logia Libertadores de América, que reemplazó a las 3 A hasta que su papel global fue asumido por esa Junta en nombre de las 3 Armas.

Este cuadro de exterminio no excluye siquiera el arreglo personal de cuentas como el asesinato del capitán Horacio Gándara, quien desde hace una década investigaba los negociados de altos jefes de la Marina, o del periodista de "Prensa Libre" Horacio Novillo apuñalado y calcinado, después que ese diario denunció las conexiones del ministro Martínez de Hoz con monopolios internacionales.

A la luz de estos episodios cobra su significado final la definición de la guerra pronunciada por uno de sus jefes: "La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien y del mal".10

5. Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.

En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar11, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales.

Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisioncs internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9%12 prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron.13

Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la "racionalización".

Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes. Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua porque las industrias monopólicas saquean las napas subtérráneas, millares de cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes sólo pavimentan los barrios militares y adornan la Plaza de Mayo , el río más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los socios del ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales, y la única medida de gobierno que ustedes han tomado es prohibir a la gente que se bañe.

Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar "el país", han sido ustedes más afortutunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a 600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante que en solo una semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia.

Mientras todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta disolverse en la pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil ochocientos millones de dólares que equivalen a la mitad de las exportaciones argentinas presupuestados para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil nuevas plazas de agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia de Buenos Aires con sueldos que duplican el de un obrero industrial y triplican el de un director de escuela, mientras en secreto se elevan los propios sueldos militares a partir de febrero en un 120%, prueban que no hay congelación ni desocupación en el reino de la tortura y de la muerte, único campo de la actividad argentina donde el producto crece y donde la cotización por guerrillero abatido sube más rápido que el dólar.

6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S.Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete.

Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural expuesto por su presidente Celedonio Pereda: "Llena de asombro que ciertos grupos pequeños pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser baratos".14

El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos ganar sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar con el "festín de los corruptos".

Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina. Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales, dónde están los mercenarios al servicio de intereses foráneos, cuál es la ideologia que amenaza al ser nacional.

Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán dcsaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.

Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.

Rodolfo Walsh. - C.I. 2845022

Buenos Aires, 24 de marzo de 1977.

Pappo - Sandro y Riff Juntos!!! (1er tema)

  enviado por Plop..

lunes, 16 de agosto de 2010

..así no era y así tampoco..: Esa mujer _ Rodolfo Walsh

..así no era y así tampoco..: Esa mujer _ Rodolfo Walsh: "Rodolfo Walsh - Esa mujer RODOLFO WALSH Esa mujer El coronel elogia mi puntualidad: ­Es puntual como los alemanes ­dice. ­O como los in..."

Esa mujer _ Rodolfo Walsh

Rodolfo Walsh - Esa mujer



RODOLFO WALSH

Esa mujer

El coronel elogia mi puntualidad:
­Es puntual como los alemanes ­dice.
­O como los ingleses.
El coronel tiene apellido alemán.
Es un hombre corpulento, canoso, de cara ancha, tostada.
­He leído sus cosas ­propone­. Lo felicito.
Mientras sirve dos grandes vasos de whisky, me va informando,
casualmente, que tiene veinte años de servicios de informaciones,

que ha
estudiado filosofía y letras, que es un curioso del arte. No

subraya nada,
simplemente deja establecido el terreno en que podemos operar,

una zona
vagamente común.
Desde el gran ventanal del décimo piso se ve la ciudad en el
atardecer, las luces pálidas del río. Desde aquí es fácil amar,

siquiera
momentáneamente, a Buenos Aires. Pero no es ninguna forma

concebible de
amor lo que nos ha reunido.
El coronel busca unos nombres, unos papeles que acaso yo

tenga.
Yo busco una muerta, un lugar en el mapa. Aún no es una

búsqueda, es
apenas una fantasía: la clase de fantasía perversa que algunos

sospechan
que podría ocurrírseme.
Algún día (pienso en momentos de ira) iré a buscarla. Ella no
significa nada para mí, y sin embargo iré tras el misterio de su

muerte,
detrás de sus restos que se pudren lentamente en algún remoto

cementerio.
Si la encuentro, frescas altas olas de cólera, miedo y frustrado

amor se
alzarán, poderosas vengativas olas, y por un momento ya no me

sentiré
solo, ya no me sentiré como una arrastrada, amarga, olvidada

sombra.
El coronel sabe dónde está.
Se mueve con facilidad en el piso de muebles ampulosos,

ornado de
marfiles y de bronces, de platos de Meissen y Cantón. Sonrío ante

el
Jongkind falso, el Fígari dudoso. Pienso en la cara que pondría

si le
dijera quién fabrica los Jongkind, pero en cambio elogio su

whisky.
El bebe con vigor, con salud, con entusiasmo, con alegría,

con
superioridad, con desprecio. Su cara cambia y cambia, mientras

sus manos
gordas hacen girar el vaso lentamente.
­Esos papeles ­dice.
Lo miro.
­Esa mujer, coronel.
Sonríe.
­Todo se encadena ­filosofa.
A un potiche de porcelana de Viena le falta una esquirla en

la base.
Una lámpara de cristal está rajada. El coronel, con los ojos

brumosos y
sonriendo, habla de la bomba.
­La pusieron en el palier. Creen que yo tengo la culpa. Si

supieran lo
que he hecho por ellos, esos roñosos.
­¿Mucho daño? ­pregunto. Me importa un carajo.
­Bastante. Mi hija. La he puesto en manos de un psiquiatra.

Tiene doce
años ­dice.
El coronel bebe, con ira, con tristeza, con miedo, con

remordimiento.
Entra su mujer, con dos pocillos de café.
Contale vos, Negra.
Ella se va sin contestar; una mujer alta, orgullosa, con un

rictus de
neurosis. Su desdén queda flotando como una nubecita.
­La pobre quedó muy afectada ­explica el coronel­. Pero a

usted no le
importa esto.
­¡Cómo no me va a importar!... Oí decir que al capitán N y al

mayor X
también les ocurrió alguna desgracia después de aquello.
El coronel se ríe.
­La fantasía popular -dice-. Vea cómo trabaja. Pero en el

fondo no
inventan nada. No hacen más que repetir.
Enciende un Marlboro, deja el paquete a mi alcance sobre la

mesa.
-Cuénteme cualquier chiste -dice.
Pienso. No se me ocurre.
­Cuénteme cualquier chiste político, el que quiera, y yo le

demostraré
que estaba inventado hace veinte años, cincuenta años, un siglo.

Que se
usó tras la derrota de Sedán, o a propósito de Hindenburg, de

Dollfuss, de
Badoglio.
-¿Y esto?
­La tumba de Tutankamón -dice el coronel-. Lord Carnavon.

Basura.
El coronel se seca la transpiración con la mano gorda y

velluda.
-Pero el mayor X tuvo un accidente, mató a su mujer.
­¿Qué más? ­dice, haciendo tintinear el hielo en el vaso.
-Le pegó un tiro una madrugada.
­La confundió con un ladrón ­sonríe el coronel . Esas cosas

ocurren.
­Pero el capitán N. . .
­Tuvo un choque de automóvil, que lo tiene cualquiera, y más

él, que
no ve un caballo ensillado cuando se pone en pedo.
­¿Y usted, coronel?
­Lo mío es distinto ­dice­. Me la tienen jurada.
Se para, da una vuelta alrededor de la mesa.
­Creen que yo tengo la culpa. Esos roñosos no saben lo que yo

hice por
ellos. Pero algún día se va a escribir la historia. A lo mejor la

va a
escribir usted.
­Me gustaría.
­Y yo voy a quedar limpio, yo voy a quedar bien. No es que me

importe
quedar bien con esos roñosos, pero sí ante la historia,

¿comprende?
­Ojalá dependa de mí, coronel.
­Anduvieron rondando. Una noche, uno se animó. Dejó la bomba

en el
palier y salió corriendo.
Mete la mano en una vitrina, saca una figurita de porcelana
policromada, una pastora con un cesto de flores.
-Mire.
A la pastora le falta un bracito.
­Derby -dice. Doscientos años.
La pastora se pierde entre sus dedos repentinamente tiernos.

El
coronel tiene una mueca de fierro en la cara nocturna, dolorida.
­¿Por qué creen que usted tiene la culpa?
­Porque yo la saqué de donde estaba, eso es cierto, y la

llevé donde
está ahora, eso también es cierto. Pero ellos no saben lo que

querían
hacer, esos roñosos no saben nada, y no saben que fui yo quien lo

impidió.
El coronel bebe, con ardor, con orgullo, con fiereza, con

elocuencia,
con método.
-Porque yo he estudiado historia. Puedo ver las cosas con

perspectiva
histórica. Yo he leído a Hegel.
­¿Qué querían hacer?
­Fondearla en el río, tirarla de un avión, quemarla y arrojar

los
restos por el inodoro, diluirla en ácido. ¡Cuanta basura tiene

que oír
uno! Este país está cubierto de basura, uno no sabe de dónde sale

tanta
basura, pero estamos todos hasta el cogote.
­Todos, coronel. Porque en el fondo estamos de acuerdo, ¿no?

Ha
llegado la hora de destruir. Habría que romper todo.
-Y orinarle encima.
­Pero sin remordimientos, coronel. Enarbolando alegremente la

bomba y
la picana. ¡Salud! -digo levantando el vaso.
No contesta. Estamos sentados junto al ventanal. Las luces

del puerto
brillan azul mercurio. De a ratos se oyen las bocinas de los

automóviles,
arrastrándose lejanas como las voces de un sueño. El coronel es

apenas la
mancha gris de su cara sobre la mancha blanca de su camisa.
­Esa mujer ­le oigo murmurar­. Estaba desnuda en el ataúd y

parecía
una virgen. La piel se le había vuelto transparente. Se veían las
metástasis del cáncer, como esos dibujitos que uno hace en una

ventanilla
mojada.
El coronel bebe. Es duro.
­Desnuda ­dice­. Éramos cuatro o cinco y no queríamos

mirarnos. Estaba
ese capitán de navío, y el gallego que la embalsamó, y no me

acuerdo quién
más. Y cuando la sacamos del ataúd -el coronel se pasa la mano

por la
frente­, cuando la sacamos, ese gallego asqueroso...
Oscurece por grados, como en un teatro. La cara del coronel

es casi
invisible. Sólo el whisky brilla en su vaso, como un fuego que se

apaga
despacio. Por la puerta abierta del departamento llegan remotos

ruidos. La
puerta del ascensor se ha cerrado en la planta baja, se ha

abierto más
cerca. El enorme edificio cuchichea, respira, gorgotea con sus

cañerías,
sus incineradores, sus cocinas, sus chicos, sus televisores, sus
sirvientas, Y ahora el coronel se ha parado, empuña una

metralleta que no
le vi sacar de ninguna parte, y en puntas de pie camina hacia el

palier,
enciende la luz de golpe, mira el ascético, geométrico, irónico

vacío del
palier, del ascensor, de la escalera, donde no hay absolutamente

nadie y
regresa despacio, arrastrando la metralleta.
­Me pareció oír. Esos roñosos no me van a agarrar descuidado,

como la
vez pasada.
Se sienta, más cerca del ventanal ahora. La metralleta ha

desaparecido
y el coronel divaga nuevamente sobre aquella gran escena de su

vida.
­...se le tiró encima, ese gallego asqueroso. Estaba

enamorado del
cadáver, la tocaba, le manoseaba los pezones. Le di una trompada,

mire -el
coronel se mira los nudillos­, que lo tiré contra la pared. Está

todo
podrido, no respetan ni a la muerte. ¿Le molesta la oscuridad?
­No.
­Mejor. Desde aquí puedo ver la calle. Y pensar. Pienso

siempre. En la
oscuridad se piensa mejor.
Vuelve a servirse un whisky.
­Pero esa mujer estaba desnuda -dice, argumenta contra un

invisible
contradictor-. Tuve que taparle el monte de Venus, le puse una

mortaja y
el cinturón franciscano.
Bruscamente se ríe.
­Tuve que pagar la mortaja de mi bolsillo. Mil cuatrocientos

pesos.
Eso le demuestra, ¿eh? Eso le demuestra.
Repite varias veces "Eso le demuestra", como un juguete

mecánico, sin
decir qué es lo que eso me demuestra.
-Tuve que buscar ayuda para cambiarla de ataúd. Llamé a unos

obreros
que había por ahí. Figúrese como se quedaron. Para ellos era una

diosa,
qué sé yo las cosas que les meten en la cabeza, pobre gente.
­¿Pobre gente?
­Sí, pobre gente.­El coronel lucha contra una escurridiza

cólera
interior­. Yo también soy argentino.
­Yo también, coronel, yo también. Somos todos argentinos.
­Ah, bueno ­dice.
­¿La vieron así?
­Sí, ya le dije que esa mujer estaba desnuda. Una diosa, y

desnuda, y
muerta. Con toda la muerte al aire, ¿sabe? Con todo, con todo...
La voz del coronel se pierde en una perspectiva surrealista,

esa
frasecita cada vez más rémova encuadrada en sus líneas de fuga, y

el
descenso de la voz manteniendo una divina proporción o qué. Yo

también me
sirvo un whisky.
­Para mí no es nada -dice el coronel­. Yo estoy acostumbrado

a ver
mujeres desnudas. Muchas en mi vida. Y hombres muertos. Muchos en

Polonia,
el 39. Yo era agregado militar, dése cuenta.
Quiero darme cuenta, sumo mujeres desnudas más hombres

muertos, pero
el resultado no me da, no me da, no me da... Con un solo

movimiento
muscular me pongo sobrio, como un perro que se sacude el agua.
­A mí no me podía sorprender. Pero ellos...
­¿Se impresionaron?
­Uno se desmayó. Lo desperté a bofetadas. Le dije: "Maricón,

¿ésto es
lo que hacés cuando tenés que enterrar a tu reina? Acordate de

San Pedro,
que se durmió cuando lo mataban a Cristo." Después me agradeció.
Miró la calle. "Coca" dice el letrero, plata sobre rojo.

"Cola" dice
el letrero, plata sobre rojo. La pupila inmensa crece, círculo

rojo tras
concéntrico círculo rojo, invadiendo la noche, la ciudad, el

mundo.
"Beba".
­Beba ­dice el coronel.
Bebo.
­¿Me escucha?
-Lo escucho.
Le cortamos un dedo.
­¿Era necesario?
El coronel es de plata, ahora. Se mira la punta del índice,

la demarca
con la uña del pulgar y la alza.
­Tantito así. Para identificarla.
-¿No sabían quién era?
Se ríe. La mano se vuelve roja. "Beba".
­Sabíamos, sí. Las cosas tienen que ser legales. Era un acto
histórico, ¿comprende?
­Comprendo.
-La impresión digital no agarra si el dedo está muerto. Hay

que
hidratarlo. Más tarde se lo pegamos.
­¿Y?
­Era ella. Esa mujer era ella.
­¿Muy cambiada?
­No, no, usted no me entiende. lgualita. Parecía que iba a

hablar, que
iba a... Lo del dedo es para que todo fuera legal. El profesor R.

controló
todo, hasta le sacó radiografías.
­¿El profesor R.?
-Sí. Eso no lo podía hacer cualquiera. Hacía falta alguien

con
autoridad científica, moral.
En algún lugar de la casa suena, remota, entrecortada, una

campanilla.
No veo entrar a la mujer del coronel, pero de pronto esta ahí, su

voz
amarga, inconquistable.
­¿Enciendo?
­No.
­Teléfono.
­Deciles que no estoy.
Desaparece.
­Es para putearme ­explica el coronel-. Me llaman a cualquier

hora. A
las tres de la madrugada, a las cinco.
-Ganas de joder ­digo alegremente.
­Cambié tres veces el número del teléfono. Pero siempre lo

averiguan.
­¿Qué le dicen?
­Que a mi hija le agarre la polio. Que me van a cortar los

huevos.
Basura.
Oigo el hielo en el vaso, como un cencerro lejano.
­Hice una ceremonia, los arengué. Yo respeto las ideas, les

dije. Esa
mujer hizo mucho por ustedes. Yo la voy a enterrar como

cristiana. Pero
tienen que ayudarme.
El coronel está de pie y bebe con coraje, con exasperación,

con
grandes y altas ideas que refluyen sobre él como grandes y altas

olas
contra un peñasco y lo dejan intocado y seco, recortado y negro,

rojo y
plata.
­La sacamos en un furgón, la tuve en Viamonte, después en 25

de Mayo,
siempre cuidándola, protegiéndola, escondiéndola. Me la querían

quitar,
hacer algo con ella. La tapé con una lona, estaba en mi despacho,

sobre un
armario, muy alto. Cuando me preguntaban qué era, les decía que

era el
transmisor de Córdoba, la Voz de la Libertad.
Ya no sé dónde está el coronel. El reflejo plateado lo busca,

la
pupila roja. Tal vez ha salido. Tal vez ambula entre los muebles.

El
edificio huele vagamente a sopa en la cocina, colonia en el baño,

pañales
en la cuna, remedios, cigarrillos, vida, muerte.
-Llueve -dice su voz extraña.
Miro el cielo: el perro Sirio, el cazador Orión.
­Llueve día por medio ­dice el coronel-. Día por medio llueve

en un
jardín donde todo se pudre, las rosas, el pino, el cinturón

franciscano.
Dónde, pienso, dónde.
­¡Está parada! -grita el coronel­. ¡La enterré parada, como

Facundo,
porque era un macho!
Entonces lo veo, en la otra punta de la mesa. Y por un

momento, cuando
el resplandor cárdeno lo baña, creo que llora, que gruesas

lágrimas le
resbalan por la cara.
­No me haga caso -dice, se sienta­. Estoy borracho.
Y largamente llueve en su memoria.
Me paro, le toco el hombro.
­¿Eh? -dice­ ¿Eh? -dice.
Y me mira con desconfianza, como un ebrio que se despierta en

un tren
desconocido.
-¿La sacaron del país?
-Sí.
­¿La sacó usted?
­Sí.
-¿Cuántas personas saben?
­DOS.
­¿El Viejo sabe?
Se ríe.
-Cree que sabe.
­¿Dónde?
No contesta.
­Hay que escribirlo, publicarlo.
­Sí. Algún día.
Parece cansado, remoto.
­¡Ahora! ­me exaspero­. ¿No le preocupa la historia? ¡Yo

escribo la
historia, y usted queda bien, bien para siempre, coronel!
La lengua se le pega al paladar, a los dientes.
-Cuando llegue el momento... usted será el primero...
­No, ya mismo. Piense. Paris Match. Life. Cinco mil dólares.

Diez mil.
Lo que quiera.
Se ríe.
­¿Dónde, coronel, dónde?
Se para despacio, no me conoce. Tal vez va a preguntarme

quién soy,
qué hago ahí.
Y mientras salgo derrotado, pensando que tendré que volver, o

que no
volveré nunca. Mientras mi dedo índice inicia ya ese infatigable
itinerario por los mapas, uniendo isoyetas, probabilidades,

complicidades.
Mientras sé que ya no me interesa, y que justamente no moveré un

dedo, ni
siquiera en un mapa, la voz del coronel me alcanza como una

revelación.
­Es mía -dice simplemente­. Esa mujer es mía.


"Esa mujer" fue publicado en "Los oficios terrestres", Ediciones

De la
Flor, 1986. © Herederos de Rodolfo Walsh


Esta página fue preparada con la colaboración de Jorge A.

Lazareff

RODOLFO WALSH ESCRITORES HOME

05. Spinetta Jade - Alma de Diamante

enviado por Plopi

domingo, 15 de agosto de 2010

saque


tentadora proximidad a la sangre de cristo, siempre acechando parca blanka y fría...zarpada

potencia heridas y alegrìas. parásito asesino de colores y días.. basura espacial, toxina

celestial, contradictoria y retorcida.. la memoria en carne viva solo crea excusas por si a la

noche volvía...el páncreas se retuerse y el corazón embalsamado transpira.. lágrima en la

mejilla del tiempo, así no era... y.. así tampoco y vos quien sos? el mejor libro es esta noche.
                                                                                                                 jor...cri..cri.
video: cretino

(escribió: el entorno despersonalizado)

miércoles, 11 de agosto de 2010

otra muridita ilusión ( ..vientre envienta y desvela..)

esos ojitos
siempre buenos
niños voladores en hamacas
toboganean
iluminan plazas
colorean su cielo de juegos
miro ese cielo boca abierta
otra vez
trato de seguir el vaivén
de piernitas adelante y atrás
suben vuelven se elevan
reinventan escalones
hacia la cima
altos
no aburre verlos subir
encajando culitos en la senda
se atreven más y más
a la bajada intrépida
rien ni se sacuden la arena
sencilla rutina rítmica
no aburren
sueñan
alguno troca tobogán por hamaca
mirándose no más
......
quietita bajo ese cielo
callado de niños
tarda un rato
el tramo repetido
abrazar el vientre
que no vuele
de ir a acomodar el cuerpo
hacia el costado derecho
"que no se aplaste el corazón"
a intentar dormir
a seguir muriendo


claudia clo migliore

domingo, 8 de agosto de 2010

Estas. O no estás..

( escriben o dictan amanecidos seres desconocidos y acontecidos salvados del enrrosque ..esperando al sol)

_ me gustó hablar hoy y mañana voy a laburar con toda la onda...o sino no voy y le pongo onda a mi casa..no reniego ni me arrepiento de disfrutar drogarme como..el fútbol por ejemplo.. me encantó y me levanto sabiendo que estoy re loco.. ( el bicho del la ciudada luz)

_yo estoy dormido.. je.. ( mi otro yo)

_ ..ey..apología ..otra vez.. ( la estornudadora )

_  noo..la hago porque me gusta..apologia ni ahí...llamarle a las cosas por su nombre..sino no se disfruta nada..es conduta..

_  empecé a drogarme,.por safar de la realidad tan mierda como yo..

me duele que el morbo castigue nuestra amistad...por EL ALE

       ( escribe espontaneamente desde su alma amanecida..-" para qué el chamuyo"? -recalcó.
.sin correcciones pidió que lo editemos como lo mandó o lo escribió..:
..se auto-apoda: simplemente EL ALE..)

...tengo un  amor  muy loco por la amistad sinsera que encontre en alguien muy especial de mi vida loca y es lo mas resonante de mis viajs.   me paso en estas tiempos creo que ella es media mistica o demasiado !!! pero es ella y es la persona que q estimo con todo mi ser y me cuesta espresarlo x mi situasion amorosa o por  nunca poder expreasr mi libertad  pero es la amiga que amo y siento con todo mi ser sos  el amor  de mi amistad  te quiero amiga  no me  dejes mi corazon es tuyo con todas la de la ley ojo de la AMISTAD!!!!!!!! je te deceo todo lo mejor del mundo.. ale

domingo, 1 de agosto de 2010

libre..cómo el sol cuando amanece,, y tantos presos!!! NINO GRAMO en libres todos.

gracias a la idea  inspirada en los enlaces que agradecemos a Juanito.. este video :
             NINO GRAMO
      qué diferencia hay entre un preso del dinero y uno de la droga? de: producto interior bruto